Licenciatura en Psicología
Neurofisiología Cátedra: I Código: 48

Presentación de la Materia

Lugar que ocupa la asignatura en el Plan de Estudios

Neurofisiología es una asignatura cuatrimestral que se cursa al inicio del Ciclo de Formación General de la Carrera de la Licenciatura en Psicología. Es la única asignatura obligatoria del área de Psicobiología, que además de Neurofisiología reúne también a las asignaturas electivas Biología del Comportamiento y Neuropsicología. Para cursar Neurofisiología, sólo se requiere haber aprobado las materias del CBC. Es necesario aprobar Neurofisiología para cursar Psicopatología. A su vez, es necesario aprobar Psicopatología para cursar las asignaturas Teoría y Técnica de Exploración y Diagnóstico - Mód. I y II, y aprobar estas últimas para cursar la materia electiva Neuropsicología.

Neurofisiología se relaciona conceptualmente, además de las asignaturas mencionadas, con Psicología General, que puede cursarse simultáneamente al inicio del Ciclo de Formación General.


Aporte de la asignatura en la Formación Profesional

El conocimiento de los mecanismos biológicos de las funciones psicológicas tales como memoria, atención, emoción, lenguaje, etc. es imprescindible para la comprensión de la conducta y del psiquismo humano normales y de sus alteraciones. Estos conocimientos son parte indispensable de la formación conceptual y profesional del Psicólogo.


Enfoque adoptado por la Cátedra

En sentido estricto, el término Neurofisiología se refiere al estudio del funcionamiento del sistema nervioso, campo que resulta muy amplio, ya que no toda la Neurofisiología es relevante para la formación del psicólogo (por ejemplo, el conocimiento de la unión neuromuscular es crucial para el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades neurológicas, pero no para la labor del Psicólogo). El término Biopsicología resulta más apropiado para referirse a los contenidos neurocientíficos que ayudan a explicar las bases neurales de la conducta o, más específicamente, las relaciones mente-cerebro, entendidas como el estudio de las bases neurobiológicas del conocimiento, los afectos y la conducta social humanos. Estos contenidos son especialmente abordados en los enfoques denominados Neuropsicología, Neurociencia cognitiva, Neurociencia afectiva y Neurociencia de la conducta y la cognición social.

El objetivo de relacionar la mente con el cerebro tiene una larga historia. La cuestión cuerpo-espíritu o ser-conciencia fue y es un problema central para la filosofía occidental desde la antigua Grecia en adelante. Sin embargo, las evidencias científicas de que la actividad del cerebro es esencial para facultades mentales tales como el lenguaje, el pensamiento y la acción surgieron recién en la segunda mitad del siglo XIX, a partir del descubrimiento de Paul Broca. Desde entonces, descubrir las bases biológicas de la actividad mental se convirtió en un objetivo desafiante y duradero, pero difícil porque debía enfrentar la notoria complejidad del sistema nervioso con herramientas demasiado simples. Muchas veces llevar ese desafío a la realidad parecía (y parece) una tarea desalentadoramente remota o inalcanzable. "Hace tres centurias, René Descartes describía la mente como una entidad extracorporal que se expresaba a través de la glándula pineal. Descartes estaba equivocado sobre la pineal, pero el debate que él estimuló sobre la relación entre mente y cerebro aún nos apasiona. Al enfocar esta cuestión, Descartes estaba en desventaja, él no sabía que el cerebro humano es la estructura más compleja del universo conocido, tan compleja como para coordinar los dedos de un concertista de piano o para crear una imagen tridimensional a partir de la luz que incide sobre una retina bidimensional. Tampoco conocía que la maquinaria del cerebro esta construida y mantenida conjuntamente por los genes y la experiencia. Y no conocía que la versión actual del cerebro es el resultado de millones de años de evolución." (Fischbach, 1992). La indagación filosófica sobre la relación mente-cerebro es desde hace un tiempo complementada con estudios experimentales. El estudio científico de la relación mente-cerebro apenas tiene poco más de un siglo y medio. En esta breve historia es importante observar que los avances están signados tanto por el desarrollo de las técnicas de estudio del sistema nervioso como por los avances de las teorías y técnicas de estudio de la Psicología.

En la actualidad dos importantes desarrollos alientan un mayor optimismo: 1) se han diseñado importantes técnicas de investigación de la función cerebral que permiten describir de manera mucho más detallada la estructura y la función del cerebro; 2) el desarrollo de la Psicología cognitiva ha aportado un mejor conocimiento de los componentes y procesos psicológicos que participan en las habilidades cognitivas tales como hablar, leer, reconocer un objeto o un rostro.

Por otro lado, el estudio de las relaciones mente-cerebro debe tomar en cuenta dos cuestiones.
Primera cuestión: las complejas (y en gran parte desconocidas) funciones del cerebro de un adulto son el resultado de la interacción entre 1) factores genéticos, 2) procesos de desarrollo embrionario y 3) factores ambientales. El cerebro humano, tal como está codificado en nuestro programa genético, es el resultado de millones de años de evolución. Es difícil comprender el cerebro porque, a diferencia de una computadora, no fue construido con un objetivo específico a partir de principios de diseño tecnológico. La selección natural, el motor de la evolución, es la responsable del "diseño". Las funciones originales de algunas de sus partes han sido alteradas por sucesivas modificaciones y algunas de sus propiedades actuales pueden haberse desarrollado inicialmente para otras funciones. No podemos esperar que el diseño del cerebro se parezca a nada que los humanos podríamos considerar óptimo. Esta circunstancia hace pensar a algunos autores que nuestras intuiciones deberían ser guiadas más por factores biológicos que lógicos (Sejnowski & Churchland, 1989).
¿Cómo se forma durante el desarrollo embrionario la estructura del cerebro, en particular su intrincada pero ordenada red de conexiones?. Se piensa que una parte de ese desarrollo es independiente de la actividad y está controlado por el programa genético lo que se refleja en el diagrama notoriamente completo de conexiones que se forma durante la vida embrionaria. Pero en cierto momento el "ajuste fino" de este "cableado" (las conexiones que establecen los axones con sus destinos finales) está influido por la actividad originada dentro del cerebro o estimulada por eventos del mundo externo al embrión.
Finalmente, tan importantes como el programa genético o el desarrollo embrionario son los factores ambientales, entre ellos el aprendizaje y las interacciones con otros individuos. Los factores ambientales son cruciales en la constitución y sostenimiento de las funciones del cerebro.

Segunda cuestión: si bien hoy podemos afirmar que habilidades cognitivas tales como el lenguaje, la memoria o la atención están relacionadas con el cerebro (y prueba de ello es que daños localizados en el cerebro se expresan en alteraciones específicas de estas habilidades) lo que no es sencillo es determinar a qué niveles estructurales deben hacerse las correspondencias. Y en muchos casos los niveles son más de uno. Por ejemplo, una lesión en el hipocampo puede conducir a un déficit muy específico de memoria que le impide al paciente recordar qué desayunó en la mañana o con quién se encontró al salir de su casa. Pero eso no nos autoriza a "localizar" la memoria en esa estructura cerebral. Hoy se conoce que la conservación de ese tipo de recuerdos (memoria episódica) es una actividad psicológica compleja que requiere la participación de numerosas áreas cerebrales, algunas de las cuales están comprometidas en la "codificación" de la experiencia, otras en la "consolidación" de la información, otras en el "almacenamiento" y otras en la "recuperación" de la información almacenada. De manera que la memoria episódica se correlaciona no con un área cerebral sino con un sistema en el que participan varias áreas conectadas de manera específica. Y aunque hayamos identificado todas las áreas cerebrales aún queda mucho por explicar. Por ejemplo ¿qué hace que el área cerebral relacionada con la "consolidación" pueda llevar a cabo su contribución específica?. Hoy se conoce que ciertas neuronas del hipocampo establecen sinapsis en las que se encuentran propiedades de funcionamiento que podrían sustentar la "consolidación" (mecanismo conocido como Potenciación a Largo Plazo); también se conocen los neurotransmisores y otras moléculas que participan en la regulación de esos mecanismos.

En otras palabras, al tratar de establecer los correlatos cerebrales de determinado proceso mental, lo "ideal" sería conocer: qué unidades individuales (neuronas) están vinculadas con dicho evento, cómo trabajan, cómo se conectan unas con otras (sinapsis), qué sustancias (moléculas) participan en la transmisión de información y en su regulación, qué propiedades emergen del trabajo de un grupo de neuronas (organización en redes locales), cómo contribuyen al trabajo de sistemas más complejos que implican conexiones a distancia (sistemas), dónde se localizan las redes locales y el resto de los componentes del sistema (organización macroscópica), y finalmente, cómo el funcionamiento de estas células en el cerebro de un individuo está influido por la experiencia.

El concepto que queremos remarcar es que no podemos pensar que el correlato neural de las funciones mentales sea un elemento simple o un aspecto aislado de la organización cerebral (por ejemplo una región de la corteza o un neurotransmisor). Un concepto más apropiado es pensar que un proceso mental descansa en la actividad de un sistema cerebral complejo, constituido por múltiples componentes que deben ser estudiados a diferentes niveles.

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